sábado, 9 de enero de 2010

Artrosis

Aunque no tiene cura, los pacientes pueden optar por numerosos tratamientos farmacológicos, incluido el más novedoso basado en la aplicación de colágeno para tratar el cartílago.

El listado de achaques que llegan con la edad es más bien amplio. Uno de los que genera más quejas y motiva más conversaciones entre nuestros mayores es la artrosis. Y esto no se debe a una casualidad, sino a la estadística.
El desgaste que ocasiona la artrosis se puede acelerar por una causa mecánica (por exceso o falta de ejercicio, sobrecargas e impactos que repercuten en la articulación). El hueso, que no está preparado para soportar las presiones y los roces continuos de la articulación, se lesiona poco a poco y se altera la estructura de la articulación. La consecuencia es una pérdida de la función, con una limitación creciente por fuertes molestias. En la artrosis este dolor brota con la movilización de la articulación y cesa en reposo, a diferencia de la inflamación propia de la artritis reumatoide, en la que el dolor no remite en reposo.

El diagnóstico se fundamenta mediante la radiología u otras pruebas de imagen que permiten comprobar hasta qué punto está desgastada la articulación. Su detección no es sencilla. Mientras que una persona puede tener mucha artrosis y no sufrir dolor, otra puede tener poca artrosis y, en cambio, padecer mucho dolor. El principal problema es que esta enfermedad no se diagnostica de inmediato. Los afectados piensan que sus dolores son normales e, incluso, los propios médicos en ocasiones los minimizan. Por ello, entre la aparición de los primeros síntomas y su diagnóstico transcurren en ocasiones varios años.

Tres causas principales marcan el desarrollo de la enfermedad: la genética de cada individuo, el paso del tiempo y el trabajo o uso que se hace de las articulaciones. De los tres, la genética y la edad no son corregibles. Cada persona nace con una predisposición genética determinada y el tiempo pasa para todos, pero sí se puede actuar sobre el tercero, el trabajo que se realiza con la articulación, con el fin de protegerla, retardar la aparición de la artrosis y, si ya se ha desarrollado, ralentizar su evolución.

Los trabajos que fuerzan las articulaciones y los que acarrean actividades muy repetitivas conllevan un alto riesgo de brote de artrosis. Lo mismo sucede con el deporte de alta competición. Sin embargo, tan perjudiciales son las posturas y movimientos que sobrecargan las articulaciones como el sedentarismo o reposo, que las descargan. Si una persona permanece en reposo durante mucho tiempo, el cartílago no recibe la suficiente presión del líquido articular, a través del cual le llegan los nutrientes que precisa. Por este motivo, los reumatólogos insisten en que es necesario que se realicen movimientos para prevenir la artrosis, pero sin generar fatiga.


Consejos para personas con artrosis




1. Evitar, ante todo, la pérdida de movilidad, sobre todo las personas con artrosis avanzada que se mueven de forma limitada.
2. Mover las articulaciones cuando están calientes: mover las manos sumergidas en agua caliente durante cinco minuto, mejora la movilidad y el dolor.
3. Mover la espalda en la ducha mientras cae agua caliente.
4. Realizar un masaje transversal en las rodillas, con una pomada y ungüento.
5. Hacer estiramientos diarios.
6. El mejor ejercicio para el paciente es aquel que le guste hacer: no sirve de nada aconsejar un deporte que no guste, porque al final se abandona la práctica. Es preferible caminar media hora diaria de forma asidua.

FUENTE: Enrique Ornilla, jefe de la Unidad de Reumatología de la Clínica de la Universidad de Navarra

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